Es sin duda el testigo más fiel que ha tenido nuestra feria real en los últimos cuarenta años. Con sus vaivenes de gaseosa y azúcar hasta los sobresaltos de coca cola y manzanilla, el tren de la escoba es el túnel del tiempo en el que, los que ya frisamos los cincuenta, se mezclan la más dura infancia y la más tierna madurez. A escobazo limpio hemos pasado estas ferias reales entre décadas prodigiosas, algunos hipis, protestas por los precios de la caseta, las remodelaciones de la idem, la música, el baile, el amanecer... Otros tiempos. Otros fantasmas. Otras modas. Otra feria.
Hay osados que se atreven a hacer comparaciones ponderando que la feria de su época era de otra forma, mejor si cabe que la de ahora. Claro está, la feria de nuestra infancia y adolescencia, siempre será la feria de nuestra infancia y adolescencia, la mejor. Pero el petróleo nos cambió la vida, algunos dicen que fueron los planes quinquenales, pero no es verdad, fue el petróleo. Y el PSOE con el PER. Ambos nos hicieron más desarrollados, más democráticos, más libres, con TV y radiocassette, con DVD y Mp3, con parabólica y fútbol de pago, con ordenador y operación triunfo, con guerras inútiles y atentados más inútiles todavía, con la derecha gobernando y la izquierda dormitando, con nacionalismos de oferta y un rey que se tambalea, con el GPS y el móvil, con el internet y con uno, dos, tres, cuatro, cinco… En fin, un montón de coches.
Y en estas que nuestra feria, no la de todos los días como ya hemos visto, también cambia, lógico.
Todo va p’alante hasta la feria. Ahora la feria de día es feria de tarde, incluso de noche, salvo contadas excepciones. Desde luego cada uno cuenta la feria según le va, o según nos va, y lo cierto es que en los últimos años el grueso de la tropa, en este 2007 con más INRI si cabe, ha cambiado el día por la tarde y ha llegado a partir de las cuatro, con el buche lleno a dar una vuelta y a por los cubatas en las discos de moda. ¡Hala y hasta que el cuerpo aguante! ¡Qué moderno semos! Sube la adrenalina y los litros de licor, pero la caja baja –¿a qué si montañés?– en la mayoría los chiringuitos del Real.
Otros, los menos, entre ellos los que no se toman tan a pecho eso de la disco, acuden un poquito más temprano en religioso ceremonial a tomar unas gambitas y un fino fresquito, a bailar en la peña del caballo, a probar el potaje en la flamenca, a por los mojitos y el karaoke en IU, a ver como está ese pata negra en la caseta municipal o simplemente a pasear y a montar a los niños en los cacharritos, que de todo ha de haber en la viña del señor.
Menos mal que aún nos queda la segunda hora en la municipal. Se nota que los noctámbulo/nostálgicos, un servidor entre ellos, por la noche lo tienen más claro y prefieren las buenas orquestas y el baile, qué se le va a hacer. Como decía mi primo, cada uno en su caseta y todos en la municipal.
En fin, que cada uno se lo monte como quiera, moderno o antiguo, que busque si quiere eltérmino medio, que también está bien. ¡Hay batatas para todos! Aún quedan cincuenta fines de semana hasta el año que viene para meterse en una disco y un año para volver a disfrutar de la feria. No hay que rasgarse los faralaes, ni el chaleco y mucho menos tirar el sombrero al río, bastante tiene el río ya con lo que tiene. Todo se reduce a una cuestión de hábitos y de buena temperatura. Mi primo añadiría también: y de buena alimentación que bastante más se perdió en Cuba.
¡Abundio, guarda la escoba y dame una ficha que me voy a dar otra vuelta.

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